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Violencia en Relaciones Sexoafectivas

Nueve posibles impactos psicológicos de haber sobrevivido a violencia en relaciones sexoafectivas


Esta información pinta un panorama general que no necesariamente reflejará las experiencias de tod@s y no sustituye un acompañamiento terapéutico. Sin embargo, espero que sirva para poder identificar y nombrar lo que estás experimentando y sentirte menos sol@.


En caso de que dudes si estás viviendo violencia, puedes consultar esta infografía basada en el Violentómetro desarrollado por el IPN. En ella puedes identificar distintas formas en que se puede manifestar la violencia de pareja. Recuerda que no importa qué tipo de relación tengas (monógama, abierta, poliamorosa, etc.), siempre debe haber consentimiento y los acuerdos que se generan ser respetados.


Infografía por Amapola Arteterapia, basada en el Violentómetro desarrollado por el IPN acerca de las distintas formas en que se puede manifestar la violencia sexoafectiva.

A continuación encontrarás algunos impactos que puede generar en tu cuerpo y estado mental y emocional el haber sobrevivido violencia en relaciones sexoafectivas:


1.Estar en modo supervivencia

Cuando estamos en peligro, nuestro cerebro prioriza ciertas tareas sobre otras enfocándose en sobrevivir (pelear, huir, congelarse, adular). Si sentimos que el peligro sigue, este estado se vuelve constante, desencadenando estados como: hipervigilancia, ansiedad, disociación, insomnio, tener dificultad para concentrarse o recordar cosas.


¿Qué puedes hacer?

  • Recuerda que, aunque todos estos cambios ahora son demasiado, antes tuvieron el propósito de mantenerte con vida.

  • Intenta identificar qué se siente distinto y si hay estrategias que ya conozcas que puedan ayudarte a navegar estos cambios, ve probando integrarlas en tu día a día.

  • Busca acompañamiento especializado, de preferencia, informado en violencia de género, violencia de pareja, y en los impactos del trauma en nuestra psique y cuerpo.


2.Sentir culpa

La culpa es una emoción social. Su función es permitirnos notar cuando hemos actuado dañando a otros y poder tomar acciones desde la empatía para reparar vínculos. Sin embargo, cuando tenemos esta emoción después de sobrevivir violencia, se le denomina, culpa malsana o desadaptativa. Algunos ejemplos de cómo se puede manifestar son sentir que de nuestra parte se incumplieron acuerdos y por ello "lo merecemos", creer que es culpa nuestra por "no ver las señales", o porque nos paralizamos cuando la violencia escaló, etc. Este tipo de culpa puede ocasionar que sintamos ansiedad, nos pensemos en términos muy negativos, comencemos a aislarnos, sentirnos “menos” que otr@s, tener conductas autodestructivas, entre otras.

Algunos factores que pueden llegar a amplificar el sentir culpa son, por ejemplo, haber sobrevivido a otros vínculos violentos, que quien te agredió ocupe una posición importante en tu comunidad, o si durante su relación te culpabilizaba directamente con mensajes como: “mira lo que me obligaste a hacer.”


¿Qué puedes hacer?

  • Recuerda que hacer que sientas culpa es una estrategia de control de l@s abusador@s y una forma de excusar su propio comportamiento.

  • Recuerda que tod@s merecemos una vida libre de violencia. No importa cómo vistes, cómo luces, qué lenguaje usas para comunicarte, ni tus creencias.

  • Recuerda que hiciste lo que pudiste con las herramientas que tenías.

  • Busca acompañamiento especializado informado en violencia de género, en los impactos de contextos violentos, y el trauma individual y colectivo en nuestra psique y cuerpo.


3.Triggers o detonantes emocionales

Son estímulos que activan recuerdos que te transportan al evento traumático original. Son muy personales, diversos, y a menudo están asociados con nuestros sentidos. Nuestro cerebro no puede diferenciar que la información recibida se debe a algo que ocurrió en el pasado y no en el presente, lo que ocasiona que experimentes: emociones, síntomas físicos y pensamientos abrumadores (como llorar de la nada, ataques de pánico, náusea, paranoia, miedo). Inclusive, en ocasiones, no notamos que lo que estamos experimentando se debe a un trigger, lo que puede causar confusión. 


¿Qué puedes hacer?

  • Presta atención si notas que estás teniendo una reacción que parece exagerada, repentina, y no relacionada con tus circunstancias. Es posible que no estés respondiendo a la situación presente, sino a un factor estresante relacionado con un evento pasado. 

  • Realiza un ejercicio de anclaje al presente (respiraciones, identificar tres cosas alrededor tuyo, etc.).

  • Una vez en calma, reflexiona en las emociones y sensaciones físicas que tuviste, en lo que tus sentidos percibieron (olores, sonidos, sabores, texturas), si estabas interactuando con alguien y cómo, dónde estabas, la fecha del año. Este ejercicio te ayudará a ir identificando patrones y detonantes emocionales para poder trabajarlos.

  • Busca acompañamiento especializado, de preferencia informado en violencia de pareja, violencia de género, y trauma.


4.Sentir enojo

El enojo nos muestra que hay una situación que nos impide vivir bien, que requiere atención o un cambio. Nos da energía, y es a veces el único combustible que tenemos para seguir. Sin embargo, a largo plazo, puede traer consecuencias negativas para nuestra psique y cuerpo como: proyectar nuestra ira hacia personas que amamos, aumentar el riesgo de padecer gastritis, colitis y dermatitis, contracturas musculares constantes, hacernos sentir abrumad@s o estancad@s, entre otras.


¿Qué puedes hacer?

  • Recuerda que es normal sentir digna rabia o enojo ante la violencia vivida y el sistema que las normaliza.

  • Si no tienes identificada de dónde viene, intenta poner atención a qué está sucediendo a tu alrededor cuando sientes enojo para ir identificando patrones.

  • Puede serte útil encontrar un contenedor seguro para exteriorizar tu rabia, donde sea bienvenida, no censurada, pueda ser vista y sostenida, por ejemplo: un círculo de sobrevivientes, un grupo de arteterapia, un grupo de autodefensa, etc.

  • Si es tu principal combustible para vivir en este momento, cuando sientas el impulso, busca algunas otras actividades y espacios que puedan convertirse en recursos complementarios.


5.Impactos físicos

Después de sobrevivir este tipo de violencia puede ser que experimentes distintas afectaciones a nivel emocional, mental y físico. A nivel físico pueden llegarse a manifestar: dolores crónicos, migrañas, problemas digestivos, desarrollar dificultades para dormir, y cambios en cómo vives tu sexualidad.


¿Qué puedes hacer?

  • Recuerda que tu cuerpo no está desconectado de tus pensamientos y emociones, y necesita acompañamiento integral.

  • Es muy importante acudir a una revisión médica lo antes posible, más aún si hubo violencia sexual para que se pueda evaluar, detectar, y tratar tempranamente cualquier lesión, ETS (infección de transmisión sexual), embarazo, y canalizar a atención psicológica de ser requerido.  Recuerda que si no deseas poner una denuncia, aun así deben atenderte (en México, la NOM 046 te protege). Este proceso puede ser emocionalmente intenso, te sugiero que vayas acompañad@ de alguien en quien confíes.


6.Sentir vergüenza

La vergüenza, como la culpa, es una emoción social. Su función es permitirnos notar cuando hemos actuado dañando a otros y poder tomar acciones desde la empatía para reparar vínculos. Sin embargo, cuando tenemos esta emoción después de haber sobrevivido violencia, se le denomina malsana.  Algunos ejemplos de cómo se puede manifestar son sentir vergüenza porque lo que ocurrió se dio a conocer sin tu consentimiento, o porque después de violentarte, se disculpó, prometió que no iba a volver a suceder, y creíste en su palabra.


¿Qué puedes hacer?

  • Recuerda que no fue tu culpa.

  • Recuerda que la vergüenza se alimenta del secreto, el silencio y el juicio. Hacer que te sientas avergonzada es una estrategia de control de tu abusador para evitar que busques ayuda y tengas miedo de hablar o (en caso de que lo decidas) denunciar.

  • Cuando te sientas list@, intenta compartir esta sensación de vergüenza con alguien en quien confíes que te escuchará desde la empatía y sin juicio.


7.Sentirse sin poder

Sentirse sin poder después de sobrevivir violencia en una relación sexoafectiva es algo común. Puedes llegar a sentirte: con miedo constante, sin opciones, no escuchad@, sin confianza en ti mism@, señalad@, desconfiar de otros.

Fotografía en blanco y negro muestra una mano saliendo de las sombras hacia una luz pequeña.
Sin título (2019) por Ana Karen San Emeterio

¿Qué puedes hacer?

  • Rompe el silencio con alguien con quien sientas confianza.

  • Si es posible, no tengas contacto con tu abusador.

  • Permítete tiempo y espacio para tener tu duelo. (Sé que no todas tenemos el privilegio de pausar completamente, pero tener un espacio para cuidarte es importante, por pequeñito que sea.)

  • Date tiempo de ir redescubriendo poco a poco cosas que te hacían bien, reconectar contigo y con personas empáticas y amorosas.

  • Busca acompañamiento para ir procesando lo que ocurrió e ir entendiendo lo que ha ocurrido a partir de entonces.


8.Autoestima baja

Después de sobrevivir a una relación de abuso, puede ser que te sientas abrumada o inadecuada. El hacer dudar de nosotr@s mism@s, es una herramienta de control del abusador. La narrativa que proyecta de nosotr@s para ejercer control puede ser internalizada a tal grado que, aun después de que el abuso pare, sigamos dudando de nuestras decisiones, de quienes somos, de lo que creíamos, de nosotras, o de lo que consideramos real o seguro.


¿Qué puedes hacer?

  • Recuerda que la erosión de autoestima fue un proceso paulatino en el que trabajó tu agresor, una estrategia de control y una forma de excusar su propio comportamiento. Recuperarla es también un proceso, sé paciente contigo misma.

  • Busca espacios y personas en tu vida por las que te sientas apoyad@, escuchad@, nutrid@, animad@, amad@, que acepten sin juzgar ni apresurar quién eres en este momento y el momento del proceso en el que estás.

  • Cuando te sientas list@, busca acompañamiento profesional con quien puedas ir delineando estrategias de acuerdo a tus necesidades para trabajar en ello.


9.Dificultad para relacionarte

Puede ser que encuentres desafíos para desarrollar cercanía, intimidad, y comunicar tus necesidades y deseos reales. Es común temer —consciente o inconscientemente— acercarse a otra persona después de sobrevivir violencia en relaciones sexoafectivas. Estas violencias pueden llegar a trastocar profundamente la forma en que pensamos y nos sentimos acerca de nosotr@s mism@s,  y de nuestro sentido de seguridad. Nos hacen poner en duda nuestro juicio y nuestra capacidad para establecer límites.


¿Qué puedes hacer?

  • Recuerda que el aislamiento social es común cuando te encuentras en una relación de abuso, así que en la medida de lo posible intenta reconectar con personas. Un buen lugar para empezar, en caso de que tu familia o amistades ya no sean una opción segura, son los grupos de apoyo de sobrevivientes de violencia.

  • Generar conexiones sociales no sólo es una estrategia para aumentar tu seguridad física, sino que rodearnos de personas genuinas y amorosas puede ayudar a regular nuestro sistema nervioso.



RECUERDA:

El trauma se almacena no solo en nuestra mente, sino en nuestros cuerpos. Es por ello que, aunque cuando sabemos que estamos fuera de esa relación violenta, nuestros cuerpos siguen reaccionando. Cuando te sientas list@ busca acompañamiento profesional, espacios terapéuticos o círculos de sobrevivientes compasivos, donde te sientas escuchad@, entendid@ y puedas tener orientación acerca de lo que se está manifestando en tu cuerpo.


Yo te creo.

No fue tu culpa.

Tod@s merecemos una vida libre de violencia.

Sobreviviste a una relación violenta, eso no siempre es fácil,

por favor sé paciente y gentil contigo mism@.

Estoy aquí para ti.




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